Comida de infarto
Como les venía contando, tras la visita a Batu Caves teníamos una cita con nuestro nuevo amigo, Mani. Al que conocimos en nuestro fracaso exitoso. Nos encontramos con él en el templo que queda justo en la entrada, cerca a la estación. Allí estuvimos un rato hablando con uno de los «monjes» y nos ha regalado unas frutas, sin motivo alguno. Solamente porque así lo sintió. Mani nos decía que era algo bueno, porque esas frutas eran benditas, ya que llevan todo el día allí como ofrendas recibiendo las energías del lugar. Así que con nuestros regalos, nos hemos ido al restaurante donde Mani nos ha invitado a comer.
Aquí hago un paréntesis, como no llevábamos aún una semana en Kuala Lumpur, no habíamos encontrado dónde comprar frutas y realmente fue una bendición, pues añorábamos frutas al desayuno y estábamos planeando ir a un supermercado grande a ver si se conseguían. Así que esto fue un gran regalo…
El restaurante al que nos llevó era uno de comida India (obviamente). Nuestro primer restaurante hindú en Asia. Olía delicioso y todo se veía apetitoso. Elegimos lo que íbamos a comer de un buffet. Advertimos que no fuera picante y todos decían:»not spicy», «not spicy«. Nos hemos lavado las manos y nos sentado a comer con toda la gana y !Oh Dios mío¡ era picante. Pero no «picantico» de ese que quema pero puedes comer. No señor, era jodidamente picante (y disculpen la palabra, pero no hay otra que lo describa mejor. O tal vez sí, pero más fuerte). Pensé que iba a morir con toda esa comida deliciosa y sin poder comerla. Y además invitados… Nooo, era terrible. Ambos hicimos nuestro mejor esfuerzo y comimos cuanto pudimos. Pasando todo con agua helada.
A la final no sabía qué picaba. Pues suponía que era algo de las verduras, pero cuando lo pasaba con arroz, sentía más el picante. O con una tostada, que ayuda a «mermarle al picante», pero qué va… Nada era más suave que el picante que sentía. Aluciné completamente con esa comida, fue impresionante y tras casi una hora de intentarlo, no tuvimos más remedio que desistir y decir «no podemos más». Llegó un momento donde no sentía la boca, la lengua, la garganta. Era tanto el ardor que no pude seguir. Con toda la pena del mundo, tocó dejar comida. Me sentía súper mal, pero no había de otra. Era imposible de comer.
Tras la comida imposible Mani nos invitó a su casa. Quedó con ganas de seguir con nosotros tras ese «desprecio» en la comida. ¡Que fue sin querer!, pero de todos modos… Personalmente no podía con la pena. Pero a lo hecho pecho y toca seguir adelante, así que nos hemos ido a su casa. Vive muy cerca a Batu Caves y allí tiene un lugar tranquilo y desde luego su típico altar con estatuillas de sus dioses. Según nos decía todo hindú que se respete, que siga la religión, tendrá un pequeño altar en su casa. Aunque este no es el típico altar que te imaginas, o al menos los que yo he visto en hogares católicos. Este era un altar lleno de cosas: figuras de diferentes personajes (recordemos que ellos tienen muchos dioses), libros, colores, flores. En fin. Es todo un espectáculo.
Estuvimos un rato hablando con él. Su mami que estaba allí, todo un amor, nos preparó un rico té helado (muy dulce, pero refrescante) y pasamos gran parte del aguacero que cayó en la tarde allí con ellos y sus dos perros. Algo que descubrimos es que los islamistas no pueden tener perros dentro de su casa, pero no tienen problemas con los gatos. (Interesante para investigar) 🙂
Mani es todo un personaje. Le encanta su estilo de vida, su cultura y sus costumbres hindúes. Es muy interesante hablar con él, pero el tipo va como una moto. A veces es complicado entenderle porque habla rapidísimos, como que se emociona y no hay quien lo pare. Es muy gracioso y sumamente servicial y atento. Pasamos una tarde genial con él. Conociendo un poco su cultura y formas de ver la vida. Lo cual nos hizo vivir una interesante experiencia.
Como conclusión debo decir que encuentras las personas más increíbles en los lugares que menos te esperas. Por eso es importante tener los ojos y los sentidos abiertos. Es necesario dejar de vivir la vida con prisas y sobre todo mirando el celular (móvil). No sabes lo que te puedes perder si dejas de prestar atención a tu alrededor.
Ahora te pregunto: ¿algunas ves has comido algo que era delicioso pero que por alguna razón no pudiste terminar? ¿Crees que el picante que comes en Colombia, España… es picante? ¿Te gusta la comida picante? ¿Qué harías si te vieras en una situación como la nuestra?
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