10 años han pasado volando
Este es un mes muy importante para mi, pues es un mes de aniversarios. Este 2010 cumplo exactamente 10 años de haber salido de mi casa y de estar “independizada” económicamente.
También cumplo 10 años de relación con Jaime. Cómo pasa el tiempo.
Una década y para muchos puede parecer una eternidad, aunque para mí es el principio de lo que ha sido una vida maravillosa.
No ha sido fácil, claro que no, ha tenido sus altibajos, sus pruebas y sus satisfacciones, pero sobre todo han sido 10 años llenos de mucho amor.
El salir de casa siempre te deja una marca, pues no hay nada como el “hotel mama”, donde la vida es maravillosa, conocen tus gustos en la comida, no te molestan por los amigos, por las salidas, por los fines de semana fuera de casa, en fin…
A veces deseamos quedarnos allí de por vida, para qué complicarnos yéndonos a vivir solos, cuando podemos continuar en casa y tenerlo todo. Esa es la gran incógnita que todos padecemos cuando llega el momento de irnos o de “intentarlo”.
Mi historia saliendo de casa
Yo lo intenté cuando tenía 17 años y después de vivir la experiencia un par de meses dije: “definitivamente no saldré nunca de mi casa, de mi pueblo. Pues vivir en una ciudad es una locura y con mis tíos peor”.
Pero después de dos años decidí que era el momento de tomar el control de mi vida, pues no podía ser una obligación para mis padres cuando ellos tenían a cargo dos chiquitines más.
Así que con el dolor del alma que fue dejar mi casa, mis cosas, mi terreno sobre todo, porque cuando tienes dos hermanos pequeños tener tu propio espacio puede llegar a ser imposible, yo lo tenía y abandonarlo después de todo lo que me costó obtenerlo, fue realmente doloroso
Aunque lo que más me dolía era dejar a mi madre, quién ha sido más que una guía mi mejor amiga y fue muy triste dejarla sola, pero es la ley de la vida y ella sabía que el momento había llegado y con lágrimas en mis ojos me despedida cada fin de semana que iba a visitarlos, pero era algo que debía hacer y me costó mucho.
No saben las ganas que tuve cada fin de semana de quedarme en casa y no volver a la realidad de un mundo en otro lugar, pero no podía, tenía que seguir adelante y gracias a las palabras de mi propia madre y de mis tíos (que yo lo veía más como cantaleta), logré dejar atrás mi pequeña familia y mis amigos y seguir adelante.
Cómo empezó todo
Todo empezó a mediados de enero del año 2000 (no recuerdo ya la fecha exacta). Con 19 años fui a Cali a ver un desfile de mi querida amiga Sonia.
Solamente era un fin de semana, pero ese fin de semana se convirtió en una semana en casa de mis tíos de “vacaciones”. Luego Hernán (mi tío) me consiguió un trabajo por un mes en Audiovisión, pero ese mes se convirtió en tres años y medio.
Mi primer trabajo, que no fue nada fácil la verdad, pero gracias a él aprendí a valorar el tiempo, el esfuerzo, la dedicación, la responsabilidad y sobre todo luchar por lo que uno quiere y por no dejarse irrespetar por aquellos que se hacen llamar jefes.
Cuando al fin me llené de valor de salir de este trabajo, corrí con la suerte de encontrar inmediatamente, pase la carta de renuncia, un trabajo como pasante en el laboratorio Sanofi-Synthelabo (en esa época). Eso fue un cambio del cielo a la tierra y fue una época maravillosa para mí. Claro que allí tuve que lidiar con otro tipo de personas, pero fue una experiencia muy enriquecedora. Estuve un año aproximadamente, hasta que me fui a vivir a Bogotá, de hecho por esto salí de ese trabajo, lo cual fue una pena, pero todo cambio requiere un sacrificio.
Lo cierto es que esos cuatro años y medio que viví en Cali no solo fueron difíciles por el primer trabajo que tuve, sino que a eso tenía que sumarle vivir con mis tíos. Que déjenme decirles no son para nada fáciles de lidiar. Por el contrario pueden llegar a ser asfixiantes y dominantes, lo cual puede ser difícil para alguien como yo.
Con el pasar del tiempo la cosa se fue haciendo más llevadera y con mucha paciencia pude soportar vivir con ellos cuatro años y medio y hoy en día solo puedo recordar las cosas buenas, pues a pesar de algunas humillaciones lo que queda fue el amor, la compañía y los consejos que me brindaron todo ese tiempo.
No estaría aquí si no fuera por ellos, quienes me ayudaron y guiaron de una manera diferente a la que estaba acostumbrada, pero que me sirvió para redefinir y fortalecer mi carácter y saber realmente qué es lo que quiero de la vida. “Sin sacrificio, no hay gloria” dicen por ahí y la verdad es que es cierto.
Yo sacrifiqué en esos años mucho de mi vida, pero también es cierto que hoy puedo decir que lo que pagué fue poco para lo que estoy viviendo hoy.
También es cierto que esos cuatro años y medio me ayudó mucho el hecho de tener a Jaime conmigo, quién me enseño el valor de la paciencia, la familia y el amor.
Estar con Jaime ha sido todo un aprendizaje, pues a pesar de que nos llevamos muy bien y las peleas grandes que hemos tenido las puedo contar con una sola mano y me sobran dedos, lo cierto es que somos muy diferentes y tal vez ese es el éxito de nuestra relación.
Por él yo he cambiado muchas cosas de mi vida y estoy segura que él también ha cambiado algunas, aunque yo no lo note 😉 lo cierto es que en esencia seguimos siendo los mismos, con sueños muy similares, si no, creo que no estaríamos juntos…
Mi tiempo en Bogotá: Una nueva vida
De Sanofi, me fui a vivir a Bogotá, con Jaime, y a trabajar en la Fundación ESPERANZA, donde llevo actualmente cinco años y medio y ha sido una experiencia sumamente maravillosa para mi vida.
El trabajo allí no es nada de lo que haya hecho con anterioridad, pero sí es algo que día a día me llena de emoción y de conocimientos. A veces quisiera que el día durará más, pues el tiempo es muy poco para todo lo que quisiera hacer con respecto a mi trabajo, pero bueno, mientras me siga llenando de pasión lo que hago creo que estaré allí mucho tiempo (al menos mientras que ellos quieran contar conmigo).
Viviendo sola llevo a penas cinco años y medio, bueno, sola, sola no. Con Jaime, pero yo a veces lo siento como un compañero de piso, con el que comparto mucho más que una relación amorosa.
Él es mi mejor amigo y aunque constantemente me desespera su actitud pesimista, creo que con mi optimismo y buena energía sobrevivimos y debo decir que él ha mejorado mucho este aspecto gracias a mí (tan modesta yo ;))…
Creo que ambos nos inspiramos en el otro para muchas cosas de nuestra vida, yo intento contagiarlo con mi buen ánimo hacia la vida y él lo hace con su responsabilidad y análisis.
Porque déjenme decirles que Jaime todo lo piensa y analiza más de las veces que yo lo puedo hacer. Yo soy de decisiones rápidas, me gusta las cosas al instante, pero con él toca paso a paso y eso sí después de pensarlo mucho, pero mucho tiempo…
10 años han pasado volando
Estos mismos cinco años y medio que llevo viviendo con Jaime tres y medio fueron en Bogotá, uno en Sevilla que realmente fue genial, pues estar nuevamente cerca a mi familia, después de ocho años de estar por fuera me recordó lo maravilloso que es estar en casa.
Sentir la calidez de tus padres y poder hablar con mis hermanos. Todo lo que me perdí desde que me fui, los dejé siendo unos niños traviesos, insoportables y los encuentro hechos unos jóvenes, con sueños, ilusiones y con todo un mundo por enseñarte, que tú ya no distingues porque estas en otro cuento.
Realmente este año me enseñó que a pesar del tiempo la familia siempre estará contigo. De hecho, descubrí nuevas primas que sabía que las tenía, pero que nunca las conocí y hoy una de ella es una gran amiga.
En esta época que estuve en casa con una mentalidad tan diferente, pude acercarme más a mi familia y eso creo que ha sido lo maravilloso de esta experiencia. Igual pude comprobar que los amigos (los que realmente lo son), siempre estarán contigo a pesar de que pasen meses o años sin vernos. La amistad puede sobrevivir a todo.
Así que este corto año fue gratamente placentero y estaríamos allá si no fuera porque llevamos 10 meses en España.
Quién sabe dónde estaremos dentro de 10 años, pero lo cierto es que esperamos estar juntos.
Bueno, al menos yo lo espero. Por ahora no está en mis planes el cambio de pareja, pues me siento feliz como estoy. Aunque nada está escrito en este mundo que cambia tan constantemente y soy una persona realista, pero también optimista.
Deseo que en los próximos 10 años vengan cosas maravillosas para nosotros, para mi familia, para mis amigos, para todos aquellas personas que forman parte de mi vida y a quienes les deseo que estos próximos años estén llenos de trabajo, prosperidad, salud y sobre todo amor, pues ese puede ser el motor de nuestra vida.
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