Soledad

Mi soledad y yo

Sé que hoy no es el #SábadoDeAnécdotas para recordar mi época de adolescente.

Sin embargo, esta semana he estado pensando mucho sobre el tema de la soledad que enfrentamos en diferentes épocas de nuestra vida. Sí ya se que tampoco es #LunesDeMiedo donde toqué el tema del miedo a la soledad en días pasados.

No va de esto, esta reflexión de hoy va de experiencias y de cómo podemos hacer para enfrentarnos a esos momentos donde sentimos que no encajamos, que nadie nos comprende y que nuestros amigos nos hacen a un lado. Ese momento donde solamente está «mi soledad y yo»

Sintiéndonos solos en la niñez

Cuanto tenemos menos de 13 años, lo que para mí es la etapa de la niñez. Donde en mi época uno jugaba con muñecas y no pensaba para nada en chicos, se puede atravesar diferentes momentos de soledad y aislamiento.

En mi caso por ejemplo el primero vino cuando pase del Jardín a la Escuela y luego de la Escuela al Colegio. Porque en cada uno de estos momentos los amigos cambian y hasta los gustos por las cosas varían.

Para algunos por ejemplo empieza el gusto a ciertos deportes, mientras que para otros será otra cosa.

También puede empezar el gusto por los chicxs, mientras que para otros de momento no es importante.

Otra es que algunos queremos dedicarnos al estudio, mientras que otros empiezan a disfrutar de las salidas, trasnochadas y hasta «rumbas»…

Esta etapa, al menos para mí, fue de mucho auto-descubrimiento y cambio de amigos, de gustos, hobbies y descubrir con quien quería estar o con quien definitivamente no me apetecía estar.

Porque a pesar de que los amigos de «toda la vida» están ahí, puede pasar que ya no sientas afinidad con ellos, que ellos cambien, te alejen, se distancien. Lo que hace que sientas que el problema eres tú.

Cuando no hay problema, es un momento de cambio de buscar otros caminos, pero sobre todo de descubrirte a ti misma.

La soledad en la adolescencia

Si la niñez es una edad complicada, la adolescencia es una edad difícil. Es una edad donde nos dejamos influenciar por las personas que nos rodean con tal de que nos acepten, con tal de pertenecer a un grupo y ser parte de «algo».

Es una edad donde queremos demostrar que hemos crecido, así que jugamos juegos de «grandes», fumamos, probamos el alcohol y algunos hasta las drogas. Porque siempre habrá alguien en el grupo que es más «avanzado» y llega con cosas nuevas.

En mi época fue así entre los 14 y los 16 años. Creo que en la actualidad debe ser desde mucho antes, pues con tanta información y acceso a la información que tienen hoy en día será más fácil para ellos sentirse «grandes» y aparentar que tienen más edad.

En esta época llega el momento de pertenecer. De ser parte de algo. Por ello jugamos «pico botella», «escondite americano» y cuando el más aventajado trae un cigarrillo por primera vez lo probamos, porque no queremos quedar como tontas.

Si alguno se le ocurre traer un porro (siii marihuana) muchos también lo prueban, no porque quieran, sino porque no quieren quedar mal. Yo pasé por esto y te diré que hice:

– Jugaba los juegos «atrevidos» cuando el chico que me gustaba estaba jugando, porque sabía que de una u otra manera podía «pasar algo» ahí.
Nunca fueron mis favoritos, pero los disfruté, para que te digo que no si sí.

– El cigarrillo lo probé cuando tenía unos 14 años, creo. Fue divertido, al principio, cuando era solamente fumar y botar.

Pero cuando un día llegó un amigo y dijo que había que aspirarlo y luego botarlo, casi muero ahogada y desde entonces dije: «nunca más» y cuando llegó la marihuana a nuestro grupo dije: «es el momento de cambiar» y me aleje, antes de que me alejarán a mi por no «participar».

Y es que con 15 años, yo quería otras cosas, no quería estar ida fumando marihuana o cigarrillos, tomando aguardiente y viendo el mundo pasar.

Yo quería estudiar, conocer gente, disfrutar de mis amigos sin vicios. Así que cambié de amigos.

Amigos a cambio de…

No te diré que es algo fácil cuando llevas años y años con las mismas personas, cuando les conoces desde siempre y de un momento a otro te encuentras sola, buscando cómo hacer amigos de nuevo.

Pero te diré que tú defines tu camino. Nadie debe obligarte a hacer algo que no quieras, nadie debe, a cambio de su amistad, obligarte a hacer cosas que no quieras.

Tus amigas siempre estarán ahí, si de verdad son buenas amigas. Si son de esas que solamente te tienen porque quieren algo de ti, pasarán de ti en algún momento de tu vida y lo mejor es dejarlas ir, porque ahí descubrirás que no son lo que decían ser.

Yo tengo grandes amigas de mi niñez y mi adolescencia.

Son amigas que han superado conmigo las duras y las maduras. Son amigas que yo sé que siempre estarán ahí porque saben lo peor y lo mejor de mi y nunca me han abandonado.

Por más que hemos cambiado de círculos en diferentes etapas, nunca nos hemos alejado por hacer daño a las otras. Nos respetamos, nos queremos y sobre todo confiamos en nuestra amistad.

Amigas que traicionan

Los amigos no son fáciles de encontrar, pero un amigo nunca te dejará a un lado, nunca te hará sentir mal, nunca se burlará de ti, nunca contará lo que le cuentas por quedar bien con un grupo.

Un amigo, un buen amigo, es una joya difícil de encontrar, pero no confíes en los amigos «del momento» los amigos que están contigo porque eres popular, porque tienes dinero, porque tienes algo que le interesa… Esos amigos no sirven pa´ nada y en cualquier momento pasan de ti y arman otro grupo.

Recuerdo que tuve una amiga que quise mucho. Fue mi mejor amiga durante una buena época de mi vida. Antes de conocerla y durante nuestra amistad, yo llevaba un tiempo tragada (como decíamos en ese entonces cuando nos encaprichábamos con un chico) de un muchacho un año mayor que yo, y que para mí era el tipo más guapo del mundo.

Sin embargo, no era bello, tenía la cara llena de cicatrices por el acné, pero a mí me encantaba. Resulta que ella siempre me decía: «pero que feo y cuando grande hasta gordo será. Tú te mereces algo mejor….» Y siempre era lo mismo cuando lo veíamos. Seguro ya te imaginas qué paso…

El me saludaba y ella empezaba a hablar mal de él. Me metió a su primo por los ojos, de lo lindo y guapo que era, pero yo vivía enamorada del otro.

Hasta que un día pasa ella con mi traga por la casa, muy acaramelados. Cuando la encaré y le pregunté qué hacia ella con «ese feo» me dice: «te dormiste. Así que me tocó hacer algo»

Esas son las amigas que hay que tener a metros, porque no es que ella estuviera enamorada de él, es que quería hacerme la marranada.

Desde entonces nunca más volví a hablar con ella y el grupo al que pertenecía lo fui dejando a un lado.

Lo curioso es que a ella no le gustaba que él hablará conmigo y él siempre que pasaba por mi casa arrimaba a saludarme. Ella tronaba y se ponía de los pelos.

Él siempre me preguntaba qué había pasado entre nosotras, nunca le dije la clase de novia que tenía, porque son cosas que cada quien debe descubrir y aunque me costó un montón des-enamorarme de esa primera traga maluca, aprendí mucho de esa «relación». (Lo más triste es que ella la pasó bastante mal y su relación fue bastante tormentosa, o al menos eso dicen los chismes)

Las mejores amigas

Así que ya ves, hay amigas de toda clase, yo tengo una amiga desde que estaba en la barriga de mi madre.

Ella aún, hoy en día, es mi mejor amiga. Hemos pasado cosas muy duras y situaciones maravillosas. Siempre hemos estado unidas. A pesar de que hemos tenido diferentes grupos de amigos, a pesar de que hemos estado separadas por millas de distancia.

Los amigos son algo sagrado, algo que se debe respetar, pero no debemos permitir que se aprovechen de nosotros.

Qué podemos hacer cuándo sentimos que nuestros amigos nos dejan solos

Cuando eres adolescente perder un amigo es el fin del mundo.

Puedes pensar que si un amigo te aleja, pasa de ti o cambia de grupo no tienes otra que intentar ser parte de ese cambio o quedarte completamente solo.

Eso no es verdad. Son etapas, todos pasamos por ellas, de una manera u otra. Algunas personas están más adelantadas o atrasadas que nosotros.

Mi consejo es que aproveches ese «cambio» para trabajar en ti, para conocerte y reconocerte.

Es necesario tener en cuenta que las carencias que percibimos en el exterior son en realidad un reflejo de las carencias en nuestro interior.

Cuando nos amamos y nos aceptamos completa y profundamente, desaparece esa ilusión de necesitar a otros para que nos validen, para no sentirnos solos, para ser parte de un grupo, para pertenecer.

Es necesario educar a nuestros hijos de tal manera que nunca pierdan su poder o lo cedan a otros.

Cedemos nuestro poder cuando para «ser feliz necesito que mis amigos o pareja estén conmigo» , «seré feliz cuando mis amigas me digan que me quieren» o «seré feliz cuando mi jefe descubra lo buena que soy«…

Debemos trabajar en recuperar nuestro poder interno. Amarnos a nosotros mismo y aceptarnos tal cual somos es el primer paso.

Cuando lo hagamos será mucho más sencillo descubrir que amistades vale la pena cosechar, pero sobre aprenderemos a no ceder nuestro poder y a nunca sentirnos solos.

¿Recuerdas cómo fue tu adolescencia y tus momentos de soledad, aislamiento y cambio? ¿Alguna recomendación o anécdota para contar?

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Por favor lee esto antes de enviar tu comentario. Los datos de carácter personal que me proporciones rellenando este formulario, serán tratados por Diana Garcés como responsable de este proyecto. La finalidad es gestionar los comentarios del blog. Legitimación: tu consentimiento.
Destinatarios:los datos que me facilitas estarán ubicados en los servidores de KnownHost LLC (proveedor de hosting de Diana Garcés) Con domicilio en Delaware, Estados Unidos. Más información en: https://www.knownhost.com/.
Derechos podrás ejercer tus derechos para rectificar, limitación y suprimir los datos escribiéndome a [email protected]. Puedes consultar la Política de Privacidad para mayor información.

5 comentarios

  1. yo creo que mi adolescencia (ahora mirando con la perspectiva que te da ser un poco más mayor) la pasé en soledad y la soledad me llevó al cambio (realmente hubiera cambiado igual, creo que es una cualidad inherente a la condición humana, lo que sí que es verdad es que cada persona lo inicia en un momento distinto de su vida). Fue un cambio que sólo ahora puedo decir que se estaba gestando, porque en el momento en que viví esa etapa y por el hecho de estar inmersa en ella pasé desapercibidas muchas cosas. Pienso que los verdaderos cambios hay que vivirlos así o al menos disponer de tiempo para reflexionar y poder sopesar tu situación (si el cambio merece o no la pena, los pros, los contras, etc.) y sólo así decidir cómo y por dónde continuar.
    La soledad nunca me ha dado miedo, quizás ahora de más mayor sí me asusta más, pero de igual modo creo que es necesaria; simplemente se trata de saber gestionarla para que no vaya en contra tuya. Respecto a mi adolescencia, pues con muchos altibajos emocionales y en relación a mis etapas de cambio, han habido muchas, tanto sin proponérmelo como haciéndolo. Saludos.

    1. Alba muchas gracias por tu comentario y por compartirnos tu experiencia.
      Yo tampoco creo que la soledad sea mala, creo que es algo que debemos aprender a gestionar y sobre todo a compartir (con nosotros mismos). Estoy muy de acuerdo con tu punto de vista de que los verdaderos cambios hay que vivirlos y que los cambios los iniciamos en diferentes momentos de nuestra vida…
      Tendremos que seguir aprendiendo y desaprendiendo en el camino.
      Un gran abrazo para ti y muchas, muchas gracias por comentar 🙂

  2. Cuando se está adolescente es la etapa que marca el seguir con determinadas amistades, no siempre son las mejores y si se cuenta con suerte, se pueden hacer a un lado, sino toca seguirles el paso y ahí es donde se puede meter las de caminar.

    1. Siiii por eso creo que es importante la etapa de auto-descubrimiento y de definir qué quieres o no en tu vida, eso ayuda a identificar luego si es bueno o no estar con ciertas amistades (creo yo) 😀