¿Necesitas un empujón?
Este verano he metido en mi entrenamiento una nueva rutina, el Cross. Llevaba un tiempo haciendo una clase ocasional cada 15 días o una vez al mes. Sin embargo, llevo dos meses viendo una clase a la semana y está siendo bien intenso el tema.
Y tengo que confesarte algo: me encanta el instructor. Yo creo que por eso vuelvo, porque es de esos cañeros que no te dejan aflojar, que te empujan a sacar el 200%. Y para personas como yo, eso es clave.
Porque sí, hay quienes van por la vida solas, sin que nadie les diga nada, disciplinadas y constantes. Pero yo… cuando se trata de ejercicio, necesito alguien que me rete, que me diga:
“¡Tú puedes!» «Una más». «Dale dos más». «Métale peso». «Baja más». «¡Vamos!”
Ese tipo de energía me lleva a mi propio límite. Y aunque termino molida y varios días adolorida, también termino mucho más feliz. 😅
El valor de un buen entrenador (en el deporte y en la vida)
Hacer Cross sin entrenador es exigente y es posible, no te diré que no. Sin embargo, con un entrenador personal es otra cosa que te lleva a un mejor nivel:
- Te corrige la postura.
- Te marca el ritmo.
- Te motiva cuando quieres rendirte.
- Ve en ti lo que tú todavía no ves.
- Y lo mismo pasa en la vida.
A veces necesitamos a alguien que nos acompañe en nuestro camino, que nos dé ese pequeño empujón cuando sentimos que no podemos más o que la motivación afloja. Que ya haya recorrido ese camino y sepa cómo darte lo que necesitas para no desfallecer.
Y no, no es debilidad. Es sabiduría.
Es saber que, con la persona adecuada al lado, podemos llegar mucho más lejos de lo que imaginamos. Alguien que ve nuestro potencial y sabe cómo hacer para que salga eso que llevamos dentro y que a veces nos cuesta a nosotros mismos impulsar.
¿Y qué pasa con el dolor?
Hace unos meses escribí sobre las “agujetas” (así llaman aquí en España al dolor después del ejercicio). Y aunque no me gusta sentir dolor, hay algo especial en ese dolor que te dice que de verdad lo diste todo y lo hiciste bien.
No un dolor físico de malestar por una mala postura o un ejercicio mal hecho. No, este es un tipo de dolor que te dice que vas por buen camino y que sí, el musculo duele, pero lo estás haciendo bien. Porque te dice que tu cuerpo está fuerte, activo, ¡vivo!
En la vida y en las relaciones, el dolor no debería ser parte del proceso. Allí es una señal de alarma y una bien grande que a veces nos cuesta vez. Sin embargo, en el ejercicio, ese pequeño malestar del día siguiente es un recordatorio de que te moviste, de que hiciste algo bien y al final diste lo mejor de ti.
La satisfacción de eso, no tiene precio. Es realmente alucinante.
El empujón que también necesitamos en otras áreas
Lo que aprendí en estos días viendo Cross me recordó que todos necesitamos a alguien que nos impulse en algún área de nuestra vida.
- En los estudios, un profesor que cree en ti puede marcar la diferencia.
- En el trabajo, un jefe o colega que te inspira puede llevarte a otro nivel.
- En los hábitos, tener a alguien que te acompañe puede ayudarte a no abandonar.
- Y en las relaciones, contar con una persona que te anime a crecer, a hablar, que te escuche… es oro puro.
A veces ese alguien es un amigo, una pareja, un terapeuta o un coach. Lo importante es reconocer que no siempre tenemos que poder con todo solas.
Pedir ayuda no es algo malo y saber que necesitas de alguien para avanzar, marcará la diferencia entre lo que tienes ahora y lo que tendrás mañana. ¡Créeme!
¿Y tú? ¿Das el empujón o lo recibes?
Te dejo estas preguntas para que reflexiones:
- ¿Tú eres de las que necesitan ese impulso… o de las que lo dan a otras personas?
- ¿Estás donde quieres estar… o sientes que podrías avanzar más si alguien te ayudara a moverte?
Yo lo tengo claro: cuando alguien me impulsa, saco lo mejor de mí. Y por eso no me da miedo pedir ayuda.
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Cada uno toca aspectos distintos de nuestro bienestar, pero todos tienen en común algo: la necesidad de escucharnos, cuidarnos y, a veces, dejarnos acompañar.
Reflexión final
No siempre se trata de ser fuertes todo el tiempo. A veces, el verdadero poder está en reconocer que necesitamos un empujón.
Que alguien nos recuerde que podemos más, que tenemos fuerza, que el límite estaba solo en nuestra mente.
Así que si sientes que estás parada en el mismo sitio desde hace tiempo… no pasa nada por pedir ayuda. No pasa nada por tener un coach, una amiga, una guía o una pareja que te empuje un poquito más allá.
💬 Y tú, ¿Dónde sientes que necesitas ese empujón hoy?
Me encantará leerte en los comentarios. Y si prefieres hablar en privado, ya sabes que puedes escribirme directamente. Yo misma leo y respondo tus mensajes.

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