Tres esquina Sevilla. Lo mejor de vivir en mi pueblo

Lo mejor de vivir en mi pueblo

Les voy a contar que es lo mejor de vivir en mi querido pueblo natal Sevilla.

Fuera de que todo es cerca y por ello evitamos tener que coger bus o Transmilenio, no hay trancones, congestiones, demoras por el tránsito, solo por nombrar algunas cosas.

Almuerzo en familia todos los días, comida casera en casita, delicioso. Algunas ocasiones con mis padres y otras con mis suegros, pero siempre acompañada de aquellas personas que son parte de mi familia y con las cuales no comparto almuerzos tan seguidos desde hace más de 8 años y no saben lo rico que es eso.


Si lo tienen disfrútenlo y valórenlo, sino muéranse de la enviada porque esto es lo máximo. Fuera de los almuerzos los diálogos y la compañía.

Lo mejor de vivir en mi pueblo, aún queda más

También hay otras cosas que son interesantes. Todo queda cerca: la droguería, la tienda, el supermercado, la panadería, la casa de mis padres, mis amigos, mi familia, la EPS, etc.

Todo el mundo te saluda de forma amable cuando pasas por la calle o entras a un lugar a comprar o preguntar algo.

Andas sin miedo, estas tranquilo y confiado, bueno esto último ha sido difícil porque siempre anda uno con las prevenciones de la ciudad, pero vamos acostumbrándonos poco a poco.

¿Qué más hay de bueno de vivir en un pueblo?

El aire que se respira. La tranquilidad. Lo económico que es la vida y lo que uno puede ahorrar. Estar siempre cerca de la familia para lo que necesiten, sea momentos buenos o malos, pero estar ahí y sentirlos cerca.

Lo malo de vivir en mi pueblo

Tres esquina Sevilla. Lo mejor de vivir en mi pueblo
Foto en Tres esquinas de Diana Garcés

Ahora vamos a lo malo, porque no todo es bueno de vivir en el pueblo.

Todo el mundo “cree” conocerte. Te saluda, te dice cosas y tu ni idea quién es, porque es así. Pueden ser muchas cosas, que ya no te acuerdes del personaje, que crea conocerte. Que sea sólo amable o simplemente que eres tu el creído que ha olvidado los viejos amigos y conocidos.

Otra cosa es que toda tu familia, amigos y conocidos pasan por tu casa y arriman a saludarte. Al menos eso fue al principio, ahora no tanto, pero igual siguen visitándonos. Esto no es muy común en las ciudades y vivirlo de nuevo es algo raro, pero chévere al mismo tiempo.

El problema más grande son los chismes, si estas gordo malo, si adelgazas también, si te ven con aquel o aquella peor. Mejor dicho es complicado, pero lo que se debe hacer es ignorar todo eso y hacerse el loco. Porque sino imagínense como viviría uno y el dicho es bien cierto “pueblo pequeño… infierno grande”.

Sin embargo yo vivo relajada porque pocas bolas le paro a este cuento, me importa poco lo que hablen y mi dicho es “hablen bien o mal pero hablen”, pues cuando joven pasé por las versiones de chismes más terribles y sobreviví y no me importó entonces, mucho menos ahora.

A pesar de lo que piensen algunos del por qué me vine para un pueblo después de estar tantos años en ciudades, les cuento que ha sido lo mejor que he podido hacer.

Porque me siento feliz, tranquila, relajada y emocionada, porque sigo trabajando, estudiando y estoy cerca de mi familia. Tengo todo lo que necesito y muchisisisismo más.

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