En Sevilla de nuevo: Parque Uribe

En Sevilla de nuevo

Desde el 16 de diciembre del 2007 me encuentro en mi pueblo natal Sevilla Valle. Por motivos personales, que les conté en otro mensaje, decidimos radicarnos en este hermoso pueblo y les cuento que nos recibió con todas las de la Ley.

Pues para variar a llovido todos los días y ha hecho un frío tenaz, así que realmente, hasta el momento, no hemos extrañado Bogotá, pues con este clima nos sentimos en casa y hasta más cómodos pues el frío es mucho más tolerable, aunque llueve más no ventea frío.

Cómo es el día a día en Sevilla de nuevo

Bueno, quiero contarles que estas dos primeras semanas han sido bastante interesantes, pues hace mucho que no estábamos en el pueblo, viviendo, porque vacaciones es otra cosa.

Así que levantarse temprano, comprar el desayuno, ir a trabajar, luego ir a almorzar y volver al trabajo luego ha sido todo un desafío y un descubrimiento, pues realmente  nunca me imagine vivir esto en este lugar que fue tan especial en mi vida.

En las mañanas nos despiertan los villancicos que colocan en la iglesia principal, llamada: Iglesia Gonzaga, queda a tres cuadras de la casa y se escucha nítidamente a eso de las 6:30 a.m.

Me levanto a las 7 a.m. me baño con agua fría, porque a pesar de que hay calentador eléctrico, no es lo mismo que el calentador de gas.

Me voy para la oficina, compro el desayuno en cualquier de las 5 panaderías que quedan camino a la oficina que está a 3 cuadras y media de la casa

Camino por una de las vías principales, que a esa hora de la mañana aún están muy solas, sin tanto trajín. Llego a la oficina a eso de las 7:30 o un cuarto para las 8, prendo la luz, abro la ventana, enciendo el computador y empieza mi jornada laboral.

A eso de las 9 a.m. llega la empleada y a las 11 una de las funcionarias de la Fundación Crecer Juntos. Ellas no trabajan en mi oficina, pero igual me empiezo a sentir acompañada, a pesar de que en esa cuadra hay mucho movimiento que puedes observar por la ventana o el balcón que hay en mi oficina.

Estas mañana han estado muy frías, oscuras y hasta neblineadas lo que ha hecho de cada mañana algo interesante, pues el paisaje es bien diferente a lo que se ve en el día.

Cada 15 minutos suena las campanas de la iglesia avisando que son las 8:15, 8:30, 8:45 (así sucesivamente) y a las horas en punto suenan las campanadas, según la hora. ¿Eso acaso se puede vivir en una ciudad?, para nada.

A las 10 a.m. empiezan los anuncios parroquiales, donde se anuncia quién murió, a qué hora es el entierro, las misas que hay. Entre muchos otros avisos para la comunidad, mi padre le llama el “radio vaticano” y cada mañana nos dice que acontece. Algo interesante, realmente.

A las 12 p.m. suena la sirena dando aviso de que el día se partió y es hora de ir a almorzar. Yo salgo a la 1 p.m. voy a casa de mi madre, que muy amablemente nos ha hecho un buen almuerzo.

La casa queda a 5 cuadras de la oficina, así que me voy a caminando y me regreso caminando, llenita y contenta de compartir con mi familia nuevamente la hora del almuerzo.

La tarde pasa más rápido, pues casi todas las tardes está más bonito el panorama y aunque en la Fundación se siente bastante congestión por los niños, (eso fue sólo la primera semana, porque esta ha estado más tranquila, pues han estado en vacaciones) entonces, me parece que la tarde tiene mayor movimiento que la mañana y se me hace más pronta el final de la jornada.

Así ha pasado mis primeras semanas en esta mi ciudad natal.

Feliz de estar cerca a mi familia compartir las noches un rato echando cuentos con mis padres y hablando carreta con mis amigas cercanas.

Eso sí, la vida social aquí es más activa, porque todo queda cerquita, si algún amigo, familiar o conocido pasa por la casa quiere saludar y obviamente darnos la bienvenida a este caluroso pueblo. Pero a pesar de que nosotros no somos muy afines a la vida social, de momento está bien y estamos contentos, porque estamos al fin en casa.

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