Anécdota de los patines
Hoy es #SábadoDeAnécdotas ¿Recuerdas? pues bien, mi anécdota de hoy se remonta al año 1985 (más o menos), cuando me dieron mis primeros patines de cuatro ruedas, recuerdo hasta de qué color eran (rojos). Tenía unos 5 años y resulta que mientras aprendía a patinar practicaba en el patio de la casa el cual siempre ha tenido una pequeña pendiente.
Como lo recuerdo
Pues bien, resulta que yo estaba ahí, muy juiciosa patinando y cayendo, patinando y cayendo y en una de esas caídas se ha ido el freno por un tubo de desagüe. Derechito, sin hacer escala se fue y yo me quedé mirando cómo se iba por el hueco sin hacer nada. En esas mi madre me dice: «ahora tiré el otro por ahí mismo para que le haga compañía» y yo, con la inocencia de los años, no vi nada malo en eso, cogí el patín que tenía el freno, se lo quité y lo tire por el mismo hueco.
Como lo recuerda mi madre
Se los voy a transcribir tal cual me lo ha dicho: «estaba aprendiendo a montar en los patines y había botado uno de los frenos, entonces yo le dije: «ahora bote el otro por dónde echo el freno» y usted ahí mismo fue le quito el freno al patín y lo echo por el hueco. Se quedó sin frenos y así siguió montando»
Como lo recuerda mi primo
Según él, al parecer lo que pasaba era que yo no quería realmente los frenos. Me sentía muy grande para tener esa «protección», pero como estaban pegados no había otra que dejarlos. Parece ser que entonces decidí que era mejor hacer como que «ups se perdió» ya que mis padres no querían quitarlos, por lo que tuve que buscar una salida más «natural». Al menos con uno, con el otro, la salida me la dio mi madre… Palabras más, palabras menos 🙂
En resumen
Vaya usted a saber qué pasó realmente, yo solamente recuerdo que se fue un freno por el hueco y que luego mi madre me dijo que tirara el otro por ahí y eso hice, muy juiciosa, como siempre he sido 😀
Como dice una frase que leí en un libro que me gusta mucho: [piopialo]Siempre hay tres partes de un recuerdo: la tuya, la de los demás y la verdad[/piopialo] Aquí no se sabrá la verdad, pero a mí está anécdota me encanta 😀
Conclusión
Mucho cuidado con lo que dices (y a veces con lo que deseas), puede que lo digas sea en broma, puede que no estés enojado o que simplemente tengas la costumbre de decir las cosas sin pensar, pero muchas personas siguen nuestras palabras al pie de la letra, se pueden sentir ofendidos, pueden mal interpretar lo que queremos decir, o pueden hacer exactamente lo que dijimos (como fue en mi caso).
En Asia he descubierto que hay que tener mucho cuidado con lo que dices y haces. Puedes ser algo muy inocente, pero por aquí hay cosas que pueden ser mal vistas: tomarse de la mano, darse un beso en público, el movimiento de una mano, una palabra, una mirada, un gesto… En fin… No es para andar con las antenas puestas, pero si es necesario identificar, preguntar y ser muy claro con las cosas para evitar problemas y sobre todo hacer que la gente se sienta mal con nosotros, sin querer queriendo 🙂
Esta es mi anécdota del día ¿Cuál es la tuya?
La frase la saqué del libro: Disfruta de la noche Sherrilyn Kenyin
Pues esa anécdota es difícil de olvidar, Me acuerdo de una vez que estabas con unas amigas hablando de otra y en ese preciso momento llegó ella y yo les voy diciendo ahí legó para