Viviendo entre gatas

Ahora estamos conviviendo con dos gatas Kate y Heidke en nuestro primer House Sitter. Una de ellas es negra y la otra es blanca. Seguramente, has escuchado alguna vez lo que se dice de los gatos negros. Hay tantas supersticiones al respecto que raro sería que nunca hayas escuchado cosas como: «un gato negro trae mala suerte», otros dicen que si se cruza de derecha a izquierda el vaticinio es nefasto. Pues bien, nosotros venimos de un lugar bastante supersticioso. Que creamos en sus historias o no es otro cuento. De hecho, no nos hubiésemos metido en esta «aventura» si fuéramos supersticiosos.
Sin embargo, puedo decir que tras convivir con ellas durante tres semanas, que esos mitos han dejado de tener importancia, si alguna vez la tuvieron. Hemos descubierto que son aseadas, cariñosas, alegres, tiernas, graciosas, limpias, intensas cuando tienen hambre o quieren cagar y no encuentran cómo salir (ya que estamos en un lugar con mucho verde, ellas hacen sus necesidades fuera de casa (lo que lo hace aún mejor)). En fin, en estos pocos días hemos aprendido un montón de estos lindos animalitos.
[pullquote][piopialo text=»Twitéalo»]Es una labor muy difícil ganar el afecto de un gato; será tu amigo si siente que eres digno de su amistad, pero no tu esclavo[/piopialo]– Teófilo Gautier[/pullquote]También hemos descubierto que son bastante constantes, prácticamente crean una rutina y se mantienen en ella, por eso cuando se salen del «parámetro» uno se preocupa, y eso nos pasó con Heidke que de un momento a otro empezó a comportarse de manera extraña. Y sí, somos despistados en muchas cosas a veces, pero cuando nos lo proponemos para observadores no nos gana nadie. Así que tras mucha charla y análisis de la situación ¿Qué hicimos? Pues con mucha vergüenza, por ser unos ignorantes y tal vez estar preocupados sin razón, llamamos a la dueña y le dijimos lo que ocurría.
Heidke diciendo: "por favor dejen dormir"Los síntomas eran: Comportamiento extraño. Normalmente era la primera que se levantaba y pedía comida (haciendo bulla, buscando llamar la atención), cuando se iba a servir la comida estaba encima del mesón maullando (divina) y como diciendo «Muévase que tengo hambre» era genial. Pero de un momento a otro dejó de hacerlo. Servias la comía y si mucho la olía y seguía acostada. Lo que dio origen al segundo síntoma: No comía. Otro era que dormía demasiado, para ser tan activa. Le gustaba salir, perseguir animales fuera y llegar toda ofuscada a seguir persiguiendo a la otra gata o jugando con la colcha. Pero nada, ahora solamente dormía y sola, en un rincón. Otro síntoma, se volvió antisocial, cuando era la más social del mundo. Normalmente se estiraba en el escritorio donde yo trabajaba o en la cama directamente. Pero siempre pendiente de uno, como un perro. En fin, era otra, súper apagada y calmada, cuando normalmente era todo un torbellino. Nos asustamos, y aunque al principio no queríamos llamar a la dueña para decirle lo que pensábamos, porque también creíamos que podía ser normal, no tuvimos otra que hacerlo, pues a la final no era tan «normal» su comportamiento.
Kate lista para saltar o quedarse quita un buen ratoOtra cosa que pasó, es que de un momento a otro no levantaba bien la cabeza, era como si se hubiese golpeado, dejando de mirar hacia arriba y cuando lo hacía te miraba de una manera extraña…En fin, que fueron dos días tenaz. Más cuando estas en casa todo el día y ves como va ocurriendo ese cambio. Pues que no quedó de otra que avisar a la dueña y decirle. Al principio ella estaba relajada. Nos decía que era normal, que seguro se comió algo que le cayó mal, que no nos preocupáramos. Y yo le decía a Jaime: «eso no es un problema estomacal. La gata tiene algo, dile que se arrincona, que está tristes, que su cabeza no se levanta. No sé dile que venga carajoooo» jajaja siii puede sonar hasta chistoso, pero yo estaba preocupada y sobre todo muy triste, porque ella era súper tierna, estaba todo el tiempo de tras de uno, te hacía moverte, pero estaba como la otra gata. Apagada. No me gustaba eso.
Así que nada, de tanta insistencia la chica no tuvo otra que ir y ver qué le pasaba al animalito y pues a que no adivinan… Se llevó un gran susto cuando la vio, tanto así que corrió con ella para el veterinario. Parecía que se había golpeado, tal vez cazando un animal o se cayó de la cama y cayó mal. El médico no sabía y nosotros menos. Aunque bien pudo ser que le di una de mis patadas durmiendo y casi la desnuqué. No sé. El tema es que se la llevó para dónde ella estaba y llegamos a pensar que la íbamos a cuidar en el segundo apartamento en que íbamos a estar, pero no fue así, a los días estaba otra vez bien y la llevaron a casa.
Jaime con las GatasLo cual es bueno y malo. A mi me hubiese gustado compartir con ella en el otro apartamento, pero también es cierto que ella es demasiado viva y alegre para un lugar tan reducido, así que bien que se haya puesto mejor y que hubiese regresado a casa. Y saben otra cosa graciosa. La negra alcanzó a estar como ocho días fuera y mientras la blanca, que era toda antisocial y seca, pasó a comportarse súper tierna, a estar con nosotros a dejarse consentir, a ser más amorosa. Fue como: «ya no esta la otra intensa, ahora sí, puedo dar amor y dejarme amar» Fue muy gracioso su cambio y nos permitió conocer otra faceta de esa hermosa gata.
La vida con esas gatas no fue nada aburrida. La negra era vida, alegría, era genial estar con ella. Te transmitía tanto amor, ternura y movimiento. La blanca aunque al principio era seca, aislada y bastante grosera, de eso de que te medio acercabas y te tiraba la garra, pasó a ser cariñosa, dejarse sobar y hasta consentirnos. En definitiva, descubrí que los gatos son geniales, pero son tan calmados que me dan mucho sueño. Me mantienen como en estado dormitativo todo el tiempo. Menos con la negra es un ser súper activo y te esta hostigando para hacer algo, lo cual me encantaba. Parecía un perro, de hecho una vez, junto con la blanca, nos siguieron casi hasta la carretera una noche que salimos a comer. Igual que un perro. Y cuando llegamos, casi dos horas después nos esperaban afuera y se fueron detrás nuestro como si nada, maullando y felices. Era una pasada.
Sé que tal vez no les haya enseñado nada útil en este post, pero mi aventura a veces tiene eso. Sin embargo, espero que si nunca has tenido gatos y no aprecias mucho este animal, le des una oportunidad, porque la verdad es que es un animal tierno, nada rencoroso y sobre todo te trasmite mucha paz. Yo quedé enamorada y aún no les he contado nada 🙂
Ahora cuéntame ¿Qué tal es tu relación con los gatos? ¿Te gustan, no te gustan? ¿Ha cambiado en algo tu opinión sobre este bello animal tras leerme o sigues pensando igual?

Publicaciones Similares

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Por favor lee esto antes de enviar tu comentario. Los datos de carácter personal que me proporciones rellenando este formulario, serán tratados por Diana Garcés como responsable de este proyecto. La finalidad es gestionar los comentarios del blog. Legitimación: tu consentimiento.
Destinatarios:los datos que me facilitas estarán ubicados en los servidores de KnownHost LLC (proveedor de hosting de Diana Garcés) Con domicilio en Delaware, Estados Unidos. Más información en: https://www.knownhost.com/.
Derechos podrás ejercer tus derechos para rectificar, limitación y suprimir los datos escribiéndome a [email protected]. Puedes consultar la Política de Privacidad para mayor información.

9 comentarios

  1. Yo soy de perretes…desconfio de los gatos, ya me he llevado alguna que otra tarascada y no veas como muerden los jodios!!XDD
    Pero nunca he convivido con uno así que no puedo dar una opinión parcial!

    1. Pues a mi Kate me araño el primer día, que digo el primer día, la primera hora que nos conocimos… Esa gata era una fiera completa… Ahí donde la vez toda linda y mancita… Ni creas jajaja
      Así y todo son unos amores, yo cambie completamente mi percepción hacia ellos. Es que fue impresionante lo que nos enseñaron en tan poco tiempo 🙂

  2. Los gaticos son lindos, pero en otras partes, soy de buenas para que me quieran y se dejen consentir, pero ni así quiero tenerlos en la casa, mucha responsabilidad.

    1. Ellos son muy independientes, con que sepan donde hacer sus necesidades, dónde comer y tomar agua, ya no hay nada más que hacer. Pues se limpian solos, cazan sus juegos solos, a no ser que se enfermen, tu ni cuentas de das de nada. Salvo del cariño que te dan… Son geniales madre, además que mantienen los bichos lejos de casa (un plus) 🙂